Vivencias de una Profe en Pandemia
¡Centrémonos en lo bueno! ¡Aprovechemos y agradezcamos cada día!
Es evidente que en los colegios estamos viviendo un momento complejo en el que somos requeridos a dar, todos, un poco más de nosotros mismos; nuevas normas, protocolos, procesos que aunque necesarios por el bien de todos, hacen más compleja la convivencia en los colegios. El frío Invierno entrando por las ventanas abiertas, hacerse entender sin poder transmitir muchas expresiones tapando gran parte de la cara con las mascarillas, limitaciones al juego de los niños en los ratos de descanso, nula convivencia de unos con otros, y por supuesto en lo académico, la situación hace más complejo el aprendizaje.
He identificado los tres escenarios en los que me he visto inmersa en estos tiempos y cada cual me parece más complicado que el anterior.
En el escenario 1, niños acudiendo al colegio: La actividad académica se desarrolla con éxito y sin mayor dificultad. Es una pena que muchas actividades se hayan suprimido por garantizar la precaución frente al “enemigo”, como trabajos en grupo; actividades con material manipulable que no debe ir de mano en mano, etc. Pero aun así nos damos con un canto en los dientes. Y los alumnos progresan adecuadamente.
Me entusiasma la capacidad de los niños para adaptarse a cualquier situación, por insólita que parezca, como por ejemplo llevar una mascarilla todo el día puesta, pasarse el día en su pupitre sin deambular libremente por el aula, comer en su mismo pupitre, disfrutar del tiempo de juego en su pequeño sector de patio en el que no hay NADA, delimitado por vallas. ¡Y ellos son felices! Yo no les oigo quejarse. Construyen sobre eso. Son unos auténticos cracks.
En el escenario 2, grupo confinado y enseñanza online: La actividad académica se complica bastante y con los pequeños más, ya que no tienen autonomía para seguir el horario con soltura, ni para saber qué hora es, conectarse ellos solos a las clases, manejarse con las diferentes herramientas empleadas por cada centro, y en ocasiones por cada profesor, imprimir una ficha, poner a cargar el ordenador, si es que tienen uno disponible porque no lo tenga un hermano/a. Esta dependencia para padres que además de estar para sus hijos están teletrabajando, es para volverse locos.
Para los profesores surge la necesidad de adaptar la forma de abordar los contenidos y de hacer seguimiento de la evolución de los niños. Presentaciones, juegos y otro tipo de actividades. Salvar los baches tecnológicos para conseguir que la clase sea un éxito mientras recuerdas que no se usa el chat, que no se apaguen la pantalla, que se apaguen el micro, mientras no puedes ver a todos los alumnos a la vez en tu pantalla del ordenador y te esfuerzas por no olvidarte de ninguno y en que todos y cada uno participen... Todo un reto para cualquier profesor de niños de estas edades, y más para aquellos que como yo, no tenían formación ni experiencia ninguna en estos medios.
El escenario 3, en el que el profesor y el grupo están en el colegio, pero a la vez hay algún alumno de la clase que está confinado y conectado desde casa es, para mí sin duda el más complicado, ya que en este caso el ritmo de la clase presencial es demasiado rápido para el que está en casa y si te ajustas al ritmo del alumno que está en casa los que están en clase van muy por debajo de sus posibilidades.
Realmente parece que todo está en nuestra contra, y no hay manera de hacerlo bien, pero como profesora de primer ciclo de Primaria (niños y niñas de 5-8 años), estoy llamada a ser alegría para mis alumnos y a desdramatizar la situación que están viviendo. Los pobres están siendo bombardeados desde hace meses con noticias alarmantes e información cambiante y contradictoria. Pero ¿Y lo bueno qué? ¡Aún tenemos personas a un metro y medio! Tendamos puentes con palabras de cariño. ¡Aún nos queda la música! Y la comida, el amanecer, nuestros padres, hermanos, las personas que me quieren y los pequeños detalles, el solecito que los últimos días nos ha acariciado la cara prometiendo volver pronto para quedarse... ¡la vida!
Aportar. Cada uno desde donde esté, desde su yo particular y con su alcance de influencia está llamado a aportar. Aportar, construir, ayudar. Ayudar a que esta era del coronavirus pase de forma más amable. ¿Habrá que sacar frutos de esto también no? Es en este momento y en este lugar donde nos ha tocado vivir; nuestra misión es aquí y ahora.